América Bonita

Primera Parte.

Suelo recomendar y, cuando el bolsillo me lo permite, regalar libros. Es una manía que acuñé en los últimos años de mi vida, que esta semana, dicho sea de paso, cumple un año más de existencia sobre la faz de esta piedra.

A veces, la recomendación, se orienta según los intereses del interlocutor, aquellas cosas que ya ha leído, estilos compartidos, lugares comunes. En otras, la receta prescribe una dosis de realidad para comprender lo que nos rodea.

Como todos, o al menos los aficionados a la lectura, creo que no puedo decidir cuál es mi escritor favorito, no porque no haya gente brillante, todo lo contrario, abundan! Cada uno con su estilo, sus historias, sus intereses, sus colores.

Siento que cualquier enumeración puede ser de lo más injusta, sesgada, y poco justificada… sin embargo, me siento muy tentada a nombrar algunas de las personas que me ayudaron (y aún lo hacen) a transitar por este maravilloso mundo que es, sin duda, el de las palabras.

Liliana Bodoc, sí quería empezar con una mujer, pero ella sola se ha ganado ese primer lugar, porque las historias siempre empiezan a colores. Milan Kundera, a quien le debo la compañía en largas noches de insomnio. Jorge Accame, un hombre simple y maravilloso. Juan Sasturain, argentino de pura cepa. Benedetti, el amor encarnado en un ser humano. Cortázar, por darme los besos más románticos en negro sobre blanco. José Pablo, sí no podía faltar, con su literatura histórica, real, dura y crítica. Alejandra, o como la llaman los que saben de esto, Pizarnik, esa joven que adoleció la vida hasta el último minuto. Uy… cuántos quedarán en el camino… vaya uno a saber…

Pero bueno, el cuento es otro, lo que convoca es nuestro amado (y cuándo no, odiado) continente latinoamericano. Y para eso, sólo uno, él.

Eduardo Galeano nació de los ríos, del olor de hombres y mujeres de estos pagos, de la tierra sembrada y de la sonrisa (y lágrimas) de los niños de este continente. Quien mejor que él para contarnos su historia, su dolor.

La ventana que nos abre a sus recovecos, misterios y silencios, nos acerca a nosotros mismos, a nuestra historia, a nuestro pasado, a lo que olvidamos y a lo que debemos empezar a recordar. Nos conecta, nos une.

De la lectura de “Las venas abiertas de América Latina” y “Patas arriba” surge lo que sigue… los invito a acompañarme.

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